Fecha de publicación 16/08/2017
Turismo rural Los pueblos con vistas que te quitarán el hipo
DEIÀ (MALLORCA)
Si se pudiera definir la fórmula del pueblo perfecto, uno de los elementos que indiscutiblemente estaría presente son las vistas. Y es que, por encima de lo que ofrecen las calles empedradas, la artesanía rural o la cocina honesta, existe un estímulo visual basado en la cuesta, el vértigo y la recompensa. Algo que sucede en Deià, donde la subida hasta la iglesia de San Juan Bautista recompensa con una panorámica magnífica tanto de los tejados como del intensamente azul Mediterráneo.
RUPIT Y PRUÏT (BARCELONA)
La comarca de Collsacabra es toda una joya natural esculpida por la acción del río Ter, lo que provoca que las colinas sean escarpadas y que sus localidades sean casi un milagro. La más atractiva de todas es Rupit y Pruit, un conjunto de casas que resisten estoicas en una cresta de montaña. El resultado es un aislamiento que la ha convertido en un paraíso de piedra y madera que hipnotiza y sorprende. Y, a su vez, la convierte en un balcón natural desde el que dominar con la mirada este paisaje caprichoso, ya sea desde los balcones de sus casas o asomándose por su icónico puente colgante.
SIURANA (TARRAGONA)
La serpenteante carretera que conduce hasta este coqueto municipio ya anticipa lo que su perfecta ubicación ofrece: unas sobrecogedoras vistas sobre el río Siurana, el Montblanc y el Priorat. Una vez se dejan atrás los callejones y las casas ancladas en el pasado, se accede a los miradores naturales de este pequeño pueblo. Los más destacados son la proa de barco que forma este peñón tan característico, más allá de la iglesia románica de Santa María, o la terraza del refugio Ciriac Bonet, desde donde se pueden contemplar las vías ferratas que los escaladores trazan en sus impresionantes paredes.
CASARES (MÁLAGA)
El magnetismo de las vistas que ofrece esta localidad es doble. Si se observa desde el Castillo o desde la Iglesia de la Encarnación hacia el pueblo, el resultado es una panorámica dominada por el blanco de las fachadas encaladas. Y, sin embargo, si el foco se pone en los alrededores, el mar Mediterráneo y la Costa del Sol consiguen captar la atención de todos los que alcanzan la cima de esta hermosa y pintoresca localidad de la Sierra de Málaga.
SAN ANDRÉS (TENERIFE)
Este pueblito marinero es, en sí mismo, una recompensa. Llegar hasta él supone haber navegado por la costa tinerfeña más salvaje o, en su defecto, haber recorrido las carreteras y senderos que cruzan la península de Anaga. Sea como sea, el premio consiste en disfrutar de esa simbiosis entre casas singulares y naturaleza abrupta que define a San Andrés, así como de sus inesperados miradores que salpican tanto sus calles como sus alrededores.
OLVERA (CÁDIZ)
La majestuosidad de Olvera se puede medir en diversas magnitudes.
La primera es su importancia como una de las localidades más destacadas de la Sierra de Cádiz. Una monumentalidad que se traduce en un completísimo conjunto histórico coronado por la iglesia parroquial de la Encarnación y por el castillo.
La segunda, el manto blanco de casas encaladas que se entrelazan en callejones serpenteantes. Y la tercera, su posición dominante en la montaña, que la convierte en el mejor mirador de toda la comarca.
BUITRAGO DEL LOZOYA (MADRID)
Su emplazamiento, en un meandro caprichoso del río Lozoya, le ha permitido consolidarse como uno de los pueblos medievales mejor conservados del entorno de Madrid. De hecho, la imaginación de sus habitantes llegó a postularlo como la versión real de La Comarca de Tolkien por sus semejanzas con la aldea de Bree. Imaginaciones aparte, lo que ofrece este pueblo tan bien conservado son unas murallas imponentes y un paseo a su alrededor donde piedra y agua se funden para crear instantáneas inolvidables.
EL GOLFO (LANZAROTE)
La costa oeste lanzaroteña guarda una esencia marinera y silvestre que la hace única. Por eso, en el puertecito de El Golfo se mezclan los foodies que buscan degustar la pesca del día con los turistas que llegan hasta aquí con otro objetivo: ascender hasta la pequeña península que abraza el pueblo para disfrutar de una de las rarezas naturales más emblemáticas de la isla. Se trata del Charco de los Clicos o Charco Verde, una laguna que adquiere su color por la acción del alga Ruppia Maritima, que habita en su interior, y por el azufre de esta tierra volcánica. El contraste con la arena negra crea un paisaje único, imprescindible si te alojas en un hotel en Lanzarote.
CORTEGANA (HUELVA)
En cuanto la provincia de Huelva se eleva hacia su interior, aparecen las dehesas y las colinas de Sierra Morena. Pero más allá del indiscutible encanto del jamón de Jabugo y de sus setas de temporada, está el hechizo medieval que envuelve toda la comarca. Su posición estratégica durante la Reconquista hizo que las localidades se construyeran en lo más alto, protegidas por fortalezas y murallas. Ejemplo de ello es Cortegana, donde su castillo ha pasado de ser un punto de vigilancia a convertirse en un precioso mirador desde el que se divisan otros pueblos blancos como Aracena y se pierde la vista entre los encinares.
LLUCALCARI (MALLORCA)
Este conjunto de casitas idílicas resume la Mallorca soñada por todos: mar, montaña y bosque. No en vano, sus fincas y construcciones son algunas de las más preciadas y cotizadas de la isla. Lo mejor es que no hace falta ser millonario para disfrutarlo. Basta con pasear por sus calles y asomarse al mar en cualquier esquina para sentir este paraíso natural en el que la mano del hombre apenas ha intervenido, salvo para hacerlo habitable.